Atónito vigilo desde mi cobijo,
cómo tu esencia traza un acertijo…
Pues nunca vi un color de ojos tan
puro
desde el azul celestial de tu
conjuro.
Abundan almas comprando boletos,
para el sorteo de la lotería de tus
besos.
Desorientado me quedo al observar tu
pelo,
de centellas doradas y alhajas de
hielo.
Purifica la brisa de tu suspiro,
la toxicidad del aire cuando
respiro.
Porque tu aroma queda grabado a
fuego,
similar al de un grato recuerdo.
A lo lejos se deleita la perfección
de tu contoneo,
casi siempre lejano y
simultáneamente al lado.
Pulverizan tus labios la inmunidad del deseo,
del que nadie puede salir ileso.
Por eso, atónito vigilo desde mi
refugio,
tus pasos ligeros y a la vez
seguros…
Que tornan dichoso al suelo pisado
y quizá me devuelvan sin disimulo…
A años luz, donde habitamos los
humanos,
en una dimensión dispar a tu mundo.